El Nuevo Ministerio de Seguridad Pública: ¿Solución o más de lo mismo?
Claudi Barahona Chang, Comisión Política del Partido Socialista

La creación del Ministerio de Seguridad Pública ha generado expectativas y escepticismo. En un país donde la delincuencia y la inseguridad son temas centrales, tanto en la vida diaria como en la agenda política, surgen las dudas si este nuevo ministerio será realmente la solución que se necesita o solo será otro intento fallido para abordar esta crisis.
En primer lugar, no se puede negar que la situación de la inseguridad pública en Chile es alarmante. Según estadísticas recientes, los delitos graves como homicidios, femicidios, y delitos sexuales han aumentado significativamente en los últimos años, con un incremento
de 53% en los homicidios desde 2014. La percepción de inseguridad es abrumadora: un 80% de los chilenos cree que la delincuencia se ha incrementado, lo que se traduce en un malestar generalizado por la incapacidad de las autoridades para frenar la violencia.
El nuevo Ministerio de Seguridad Pública promete ser una solución integral. Se espera que pueda coordinar las políticas de seguridad de manera eficaz, centralizando la gestión y garantizando una respuesta más rápida y efectiva frente a los crecientes índices delictivos. Sin embargo, ¿será suficiente para cambiar realmente la dinámica de la inseguridad en el país?
El problema de la delincuencia en Chile, está enraizado profundamente en temas estructurales, como la desigualdad social, el narcotráfico, la falta de oportunidades y la percepción de corrupción. Si sumamos estos elementos vemos como se han socavado las políticas de seguridad, generando un círculo vicioso de inacción y desazón. Los chilenos temen por su seguridad y desconfían de la capacidad de las autoridades para dar una respuesta honesta ante la crisis .
La creación de este ministerio, por sí sola, no será suficiente para revertir esta situación. Es necesario que se adopte un enfoque integral que no solo aborde la seguridad con más presencia policial o tecnología, además debe enfocarse en la prevención, en mejor justicia y educación. La inseguridad no puede combatirse solamente con medidas represivas; es urgente un cambio en nuestra sociedad de cómo entender la violencia y trabajar en la prevención desde la cuna.
Las expectativas están siempre condicionadas a la implementación concreta de políticas públicas. Si el nuevo ministerio se ve atrapado en la burocracia o en la política partidista, puede que solo se agudice la crisis. Todo dependerá de la capacidad del gobierno para coordinarse eficientemente con los municipios, las policías y el sistema judicial será clave para que este ministerio logre los resultados prometidos.
En resumen, la creación del Ministerio de Seguridad Pública es un paso necesario en un contexto de creciente violencia. Sin embargo, su éxito dependerá de si logran implementar soluciones concretas y profundas, que sean capaces de enfrentar los problemas estructurales que alimentan la delincuencia, asegurando la transparencia y efectividad. De lo contrario, será una medida más, de una larga lista de intentos fallidos por devolver la seguridad a las y los chilenos.
Si no se abordan los problemas de fondo en materias de delincuencia e inseguridad, este nuevo ministerio quedará en nada, atrapado en la misma inercia que ha caracterizado a la política de seguridad en los últimos años.