El combate contra la violencia hacia las mujeres

Carla Mariana Medina Keim- Trabajadora Social

Al hablar sobre violencia hacia las mujeres, primero es necesario comprender que esta se sustenta en una estructura, que se mantiene desde que existe la humanidad y que una de sus bases, como ha sido planteado por Segato (2020) respondería a la necesidad de moralizar a aquellas mujeres que no son obedientes al sistema de subordinación impuesto, recurriendo así a prácticas como la violencia psicológica y la sexual, cavando profundamente en la autoestima, el autoconcepto y la capacidad de agencia de las mujeres. 

Por otro lado, actualmente vemos casos a diarios sobre el ejercicio de estas violencias y no solo a través de los

medios de comunicación típicos, sino que a través de las redes sociales, comentarios de pasillo e incluso en el andar cotidiano. No obstante, a pesar de que se han desarrollado campañas, programas de prevención y atención sobre ellos, el Sistema continúa abriéndose camino, de formas soterradas y otras explícitas. Cuando hablamos de formas soterradas podemos apreciar el poner en duda los relatos, banalizar las experiencias e incluso juzgar de formas parciales cada caso… y ante eso, es que surge la pregunta ¿qué podemos hacer inicialmente contra ello?, ¿cómo podemos combatir una problemática desde espacios personales, comunitarios y otros?

Tras realizar análisis de relatos, revisar fuentes y otros, ha sido posible descubrir que la visibilización de estos temas es fundamental para combatirlo y cuando se habla de visibilizar, no me refiero a hacer políticas en torno a la denuncia simplemente, ya que recurriremos nuevamente a la visión de la violencia contra las mujeres, desde un paradigma de defensa de la seguridad pública y la judicialización de los casos como única vía posible para su erradicación.

Al hablar de visibilización es necesario retomar el valorar las experiencias, independiente de las relaciones con otros y de nuestros propios prejuicios, siendo necesario liberarse de aquellos que, difícilmente, se pueden quitar de nuestro camino; también es necesario considerar que visibilizar implica una práctica de cuidado entre las personas que componemos la sociedad, para construir una sociedad más justa y que garantice el cuidado de todas y todos. Al hablar de visibilización no me refiero a exponer los relatos de quienes lo han vivido sin consideración alguna, pero sí tiene relación con el omitir comentarios que juzguen o que aumenten aún más este socavón en la autoestima y el autoconcepto de cada mujer que ha vivido violencia, ¿acaso, no sería mejor guardar aquellos comentarios que no sumen? 

Considerando que de acuerdo con la OMS (s/f) al menos 1 de cada 3 mujeres a nivel mundial ha vivido un episodio de violencia en su contra en razón de su género, estamos ante el escenario de que no conocemos si la mujer que está sentada a nuestro lado ha vivido un episodio que ha marcado su vida y su cuerpo, por lo que nuestros comentarios e ideas podrían actuar como una práctica de descuido con esas personas y el banalizar una experiencia de otra, significa una burla a la experiencia de quien ya lo ha vivido previamente. Ante esto, es posible entender que acciones propias en el cotidiano, aún sin vivirlo, podrían significar un cambio e incluso alzar la voz en grupos de opinión y de nuestra cotidianeidad permiten visibilizar cómo el sistema se mantiene latente y con ánimos de sobrevivir entre nosotros.